Bath y sus famosas termas romanas
Bath fue uno de los primeros destinos que visité y disfruté en grande, durante los primeros años viviendo en Inglaterra, allá por el año 2007.
Esta bonita ciudad, que junto a Londres, Oxford, Cambridge y Edimburgo es una de las urbes con mayor número de visitantes al año, está situada en el valle del río Avon, no muy lejos de la capital británica.
Rodeada de colinas y de un impresionante entorno natural, la ciudad de Bath, tiene como principal atractivo turístico a sus famosas termas romanas (legado romano durante la ocupación en Gran Bretaña), templo arquitectónico que según cuentan los historiadores, fue erigido en honor a la diosa Minerva.
Además, Bath es también muy conocida en la literatura, debido a su aparición como escenario principal en la mayoría de las novelas de la escritora británica Jane Austen.
Las termas romanas
Los estudios arqueológicos han demostrado que las aguas termales que surgen de las tierras de esta ciudad fueron utilizadas por el hombre durante más de 10.000 años. En principio por los romanos, quienes vieron las grandes propiedades curativas en estas aguas y posteriormente por las clases nobles y acomodadas que utilizaron las termas como un lugar de recreación.
La visita
Las termas romanas, se hallan ubicadas en pleno centro de la ciudad, en un edificio histórico, cuyo acceso ronda las 15 libras (18 euros) por adulto, aproximadamente. Para más información sobre los precios y horarios, ir al siguiente enlace.
El recorrido nos lleva hasta el museo de sitio, en donde se exhiben numerosos restos arqueológicos de la época romana. Destacando entre ellos, la Cabeza de la Gorgona y los vistosos mosaicos de diversas figuras, todos estos situados bajo el cementerio de la impresionante Abadía de Bath (Catedral).
Una de las cosas que llama la atención durante este recorrido, es el “Manantial Sagrado” (Sacred Spring), donde aproximadamente 1,2 millones de litros de agua caliente fluyen cada día a una temperatura que alcanza los 50 grados centígrados.
Posteriormente, y siguiendo los pasajes subterráneos, llegamos hasta el lugar con más espectadores en el recinto: “El Gran Baño“.
El Gran baño es una especie de piscina rectangular de 1,6 de profundidad, en donde el agua caliente emana desde el manantial. El lugar, está rodeado de grandiosas columnas del siglo XIX, en cuyas alturas se alinean armoniosamente unas figuras romanas.
En la actualidad, los visitantes de Bath pueden disfrutar de un baño procedente de las aguas termales en las instalaciones de Thermae Bath Spa, abiertas al público durante todos los días del año.
Mucho más por ver
La ciudad cuenta con otras tantas atracciones arquitectónicas para el deleite de todos sus visitantes, como:
- El Royal Crescent, un armonioso conjunto de viviendas de estilo georgiano, construidas en forma de media luna, durante el siglo XVIII, y al que se puede acceder fácilmente a pie desde el centro de la ciudad.
- La Abadía de Bath, una iglesia Anglicana y anteriormente monasterio, cuyo radiante estilo gótico no deja indiferente a ninguno visitante. En su interior se celebran misas, bautizos, bodas, entre otros servicios religiosos.
- El Puente de Pulteney, uno de los puentes más emblemáticos de Inglaterra y uno de los únicos cinco puentes en todo el mundo que alberga comercios a lo largo de ambas márgenes.
Bath cuenta además con una gran oferta cultural y una agitada vida nocturna, que va desde museos, cines, teatros, festivales, hasta comercios, cafés, pubs y restaurantes. Sin duda una ciudad con elegancia e historia que ofrece de todo para todos en un solo lugar.
Cómo llegar
- Se puede acceder en tren desde Londres, en sólo 1 hora y media. O en avión hasta el aeropuerto de Bristol, ciudad que se encuentra a 32 km de Bath de distancia. Estando en Bristol hay que coger el tren o el autobús hacia Bath.
Texto y fotografía: Libia CV
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